La
escasez de agua en el oriente de la ciudad vuelve a ser noticia. Hace unas
semanas, el gobierno de la Ciudad de México citaba supuestas acciones
deliberadas que tenían el objetivo de provocar descontento en la población, pero
la verdad es que el problema de la disponibilidad del vital líquido no es nuevo
en esta ciudad. Hace unos años, las noticas locales se llenaron con el registro
de diversos enfrentamientos en San Bartolo Ameyalco por el acceso al agua. Desde entonces decíamos que protestas y
enfrentamientos proliferarían en la Ciudad de México y serían cada vez más
constantes; las "Guerras del Agua" llegaban a México.
La
Guerra del Agua se refiere a una serie de protestas en Cochabamba, Bolivia, a
raíz de una iniciativa que pretendía privatizar ahí el servicio de agua hace
más de tres lustros. Dichos sucesos se volvieron emblemáticos por la
participación que tuvieron instituciones internacionales que durante los
noventa fueron identificadas como promotoras de soluciones de mercado a problemas
públicos en América Latina (el Banco Mundial), consorcios transnacionales
(Bechtel y Abengoa S.A.) y la élite política local (Presidente, gabinete y
gobernantes locales) al emprender un plan de explotación privada a los
yacimientos acuíferos del lugar.
Un
mal plan estratégico y la soberbia de los gobernantes hicieron que las
consecuentes protestas sociales, conocidas nacional e internacionalmente,
derribaran los planes originales. La base social creada tras las protestas
sería el cimiento para que posteriormente, aquellos que abanderaron la defensa
social de los recursos naturales se volvieran paladines nacionales e incluso
presidentes. El caso se ha vuelto emblemático para quienes estudian protestas
sociales, privatizaciones fallidas, cambios de régimen y gestión de recursos
naturales.
Si
bien los hechos de las semanas pasadas en la Ciudad de México no pueden
compararse con aquellos en Bolivia, es importante tener en cuenta con esto que
los recursos naturales son y seguirán siendo la fuente de fuertes luchas entre
diversos grupos sociales en México. El aumento de la demanda por una
creciente población, el cambio climático, la escasez, el deterioro de su
calidad, la contaminación de las fuentes y su desigual distribución han
incrementado los problemas que enfrentan algunos capitalinos y han generado e
intensificado conflictos por el acceso y control de los recursos hídricos.
A pesar de lo que da
cuenta el gobierno de la ciudad, casi la mitad de la población en la
capital no tiene acceso a fuentes de agua potable de calidad, con una eficiencia
de 60 por ciento. Es decir, que mientras 5 de cada diez no tienen acceso al
vital liquido, se pierden 4 de cada 6 litros que transitan por las tuberías de
la ciudad, además de que 2 de cada 10 no cuenta con servicios de agua y tienen
que abastecerse por medio de la compra del líquido a empresas distribuidoras
que, en muchos casos, suelen ser opciones más onerosas. Otros datos revelan que
los pozos y manantiales son más importantes de lo que uno cree, ya que
abastecen el 43 por ciento del líquido frente a un 30 por ciento del sistema
Cutzamala, y que la eficacia de los servicios de agua es peor en aquellas
delegaciones con más población.
El
creciente desarrollo inmobiliario no ha venido con inversiones a la
infraestructura, pues en promedio se ha
dedicado menos del 1 por ciento del presupuesto anual a infraestructura
hidráulica, además de que son frecuentes, los cortes y su racionamiento. El
gobierno local se ha preocupado mas por el diseño y trazado de
infraestructura vial, a la que ha destinado grandes cantidades de recursos
económicos y políticos, que en una gestión del vital líquido. Esto tiene una
gran carga política, la industria de la construcción así como la
infraestructura vial es altamente rentable para el gobierno de la ciudad, tanto
económica como electoralmente.
Un presagio
apocalíptico reza que las próximas guerras mundiales serán por el control de
los recursos naturales. La razón no sólo tiene que ver con sus escasez, sino
con la omisión para atender las demandas sociales a través de instituciones que
propicien la integración social. Los proyectos relacionados con la
explotación y gestión de los recursos naturales constituyen una de las
arenas no electorales de la vida política del país que enfrenta un enorme
déficit en materia de transformación democrática. No contamos con las
instituciones que permitan la participación democrática y la deliberación sobre
los recursos públicos de manera colectiva. A los gobernantes de esta ciudad
poco les ha interesado conocer la dinámica social que lleva a esas demandas, o
atender sus causas, relacionadas estrechamente con la gran desigualdad que
reina en la urbe. Pero esto crea un caldo de cultivo para su uso político, que
es el que sí les interesa.
Entonces,
los políticos han fallado en el diseño de una infraestructura que pueda resolver
las necesidades económico-sociales a la vez que las demandas políticas, pues
privilegian sus ganancias políticas más allá que a un cuidadoso diseño para la
atención de los problemas públicos. Esto provoca un déficit de
infraestructura necesaria para el desarrollo. En la medida que conociéramos
mejor los problemas sociales podríamos construir mejores instituciones que
ayudaran a resolverlos. Instituciones políticas igualitarias que permitieran
también un desarrollo igualitario. El déficit democrático que tienen esta
ciudad pasa su factura.
A
nuestros gobernantes les falta mucho que aprender y aún más por hacer.
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